Si dejo de creer en las hadas, ¿qué me queda?

Si dejo de creer en las hadas, ¿qué me queda? es la obra de Esther Galán Mejías , profesora y escritora, ilustrada por Cristina Peláez. Se trata de un libro de cuentos con actividades enfocadas a trabajar cada historia, ya sea en casa o en la escuela.
Es un material dirigido a niños de ocho a doce años que aborda los temas de siempre y los de más actualidad, sin moralinas ni enseñanzas. Ya lo explica muy bien Luisa María Martínez (doctora en pedagogía por la Universidad de Málaga) en la introducción que hace del libro:
Desde una perspectiva literaria, son cuentos de gran originalidad en los contenidos que se expresan en un estilo narrativo atractivo, claro y fluido, sin rebuscamientos. Los temas tratan tano los valores básicos: amistad, solidaridad, amor, sacrifco, etc., como los temores y complejos emergentes en la infancia y preadolescencia: el miedo a no gustar (v.g. la anorexia), a no ser tenido en cuenta, en definitiva, la necesidad de ser aceptados o queridos. Sin embargo, la autora elude el tinte melodramático de la historia, la moralina tópica o el sentimentalismo entendido como autocompasión; por el contrario, son relatos positivos que mezclan lo cotidiano con lo maravilloso lo habitual con lo inesperado con naturalidad, en la mejor tradición del relato popular.
Posee actividades de preparación a la lectura, como observar las ilustraciones, el título etc., y deducir de qué va la trama, de lectura comprensiva e interactiva, de comprensión y de debate. Pueden ser actividades algo comunes, pero están muy bien planificadas y justificadas, y además siempre pueden sugerir otras actividades de creación propia por parte del educador que aplica el material.
Cabe destacar que la lectura de estos cuentos está pensada para ser leída en voz alta, si es posible en grupos, pero lo importante es que son unos cuentos maravillosos hechos para ser trabajados a la vez que disfrutados.

Continuando con la temática literaria, no puedo evitar detenerme en la ilustración y la importancia capital de ésta dentro de la LIJ. Respecto a este tema, Binette Schroeder (ilustradora alemana a la que profeso una gran admiración) opina muy bien que "la ilustración cuenta muchas historias; es decir, la ilustración debe contar historias (...) Además, la ilustración no sólo debe contar lo que dice el texto sino que tiene que ser capaz de crear su propia historia. Una ilustración que simplemente reproduzca el texto es una mala ilustración." ( CLIJ: Cuadernos de literatura infantil y juvenil. Año nº 18, Nº 180, 2005 , pags. 14-21).
Yo no sería tan radical en esta última afirmación, pero sí que tiene razón en que una ilustración cuenta cosas más allá del propio texto que ilustra. Se sirve de él, pero plasma un algo indescriptible que invita a leer en la propia imagen.
Para un niño, la ilustración puede llegar a sugerir las metáforas, los dobles sentidos, la ironía y otros recursos que no está capacitado aún para entender por medio de la palabra, apoya al texto y le induce a comprender mucho más de lo que lee, e incluso más allá de la historia. También hay ilustraciones que se clavan en la retina. Yo misma no podré olvidar muchas de las ilustraciones de mi infancia. Ése es un buen empujón para la imaginación, que se adorna con retazos de la memoria e impulsa a crear nuevos elementos imaginarios a través de éstos, en otras palabras, alimenta la creatividad.


Para leer:
  • Si dejo de creer en las hadas, ¿qué me queda?
Esther Galán Mejías
Ilustraciones de Cristina Peláez
Ediciones Aljibe, 2005

Obras de Binette Schroeder publicadas en España:
  • Rosina, Barcelona: Lumen, 1980
  • Ratatatam, Barcelona: Lumen, 1981
  • Florián y el tractor Max, Barcelona: Lumen, 1986
  • El rey rana, Barcelona: Lumen, 1989
  • La bella y la Bestia, Barcelona: Lumen, 1990
  • La leyenda de la luna llena, Barcelona: Grijalbo Mondadori, 1995
(Desgraciadamente ha ilustrado y escrito infinitud de cuentos que sólo se han editado en alemán e inglés, muchos de ellos de Michael Ende que se publicaron aquí con otros ilustradores)

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